Et si l'empereur parlait ...
Soy la seguridad. Soy la fuerza misma. Cuando hablo en vosotros
os doy a entender que no hay flaqueza. Mientras no me hayáis visto
sólo conocéis la inseguridad. No tenéis el poder de hacer, de expresaros, de oponeros: sois una víctima. Pero conmigo vuestro miedo cesa
Dejáis de dudar y de desvalorizaros. Nadie os puede obligar a hacer lo
que no queráis hacer.
Mis leyes son las leyes del universo en acción. Cuando uno no se
opone a ellas, son infinitamente pacíficas. Pero cuando las desobedece, son terribles. Soy capaz de desencadenaros la enfermedad, el infarto, los tumores, la cirrosis. Si no obedecéis las leyes que ordeno
puedo destruir. Tengo derecho a matar. Pero si estáis enfermos y yo os
habito, os haré superar el dolor y las dificultades, disolver los obstáculos. Soy la salud oculta en un cuerpo doliente.
Soy invencible. No me demoro en el conflicto: guerreo. Nunca me
rindo. Soy la certeza. Nadie puede destronarme.
Soy un eje, ordeno todo alrededor de mis leyes. Hago reinar el
orden de todas las maneras, desde la más suave hasta la más feroz.
Cuando os habito y encontráis a otro Emperador, unimos nuestras
fuerzas. No hay competencia posible, no hay combate entre reyes. Soy
un arquetipo único que reside en cada uno de vosotros.
Cuando me manifiesto en vuestro cuerpo, estáis en pleno equilibrio, sois incapaces de tropezar. Conmigo, el cuerpo es el centro del
universo, está sostenido por una fuerza inmensa y puede hacer frente
a cualquier cosa. Soy terriblemente tranquilo. Cuando me sitúo en
vuestra boca, en vuestra musculatura, vuestras palabras son exactas y
no tembláis. Todo en vosotros se calma: la vida orgánica, los pensamientos, los deseos, el corazón, la memoria, el tiempo y el espacio.
Colocadme en vuestro centro como una fuente inagotable, como la
raíz de vuestro vuelo futuro. Entonces la angustia no os impedirá vivir
ni realizaros, la impotencia y la pereza no dominarán vuestra acción. El
temor a la miseria no se opondrá a vuestro trabajo, seréis capaces de
construir vuestra prosperidad. Las tormentas emocionales no os distraerán de vuestra obra, el dolor y la enfermedad no os impedirán sentir
vuestra fuerza, nada podrá quebrantar vuestra concentración.
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Ni vuestras reticencias intelectuales, ni vuestra timidez, ni vuestra
identificación con el papel de víctima, ni los sufrimientos del pasado,
ni la mala imagen que tenéis de vosotros mismos os impedirán encontrarme a mí, vuestro Emperador. Si una educación tóxica o un sistema
de valores nefasto han impreso en vosotros falsas leyes, reglas inútiles,
¡apartadlas! Estableced vuestras reglas, vuestro sistema de trabajo,
vuestras acciones a partir de las leyes que os revelo. Estoy aquí, aparezco, y detrás de mí hay todo un ejército, el sol, las estrellas, las galaxias.
Os protejo y os exhorto a la fuerza.
Soy vuestro guerrero interior, el que ve vuestras flaquezas y no flaquea.
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